
Por Aledith Coulddy
Hablar de ciencia ficción es hablar de la vida misma; es ver proyectado a través de los ojos de las diferentes disciplinas científicas un mundo completamente inventado por alguien que no pertenece precisamente a ellas.
Todos hemos visto alguna vez, una o más obras de ciencia ficción. Reconocemos vagamente por qué se trata de este género y, en ocasiones, ocurre que la confundimos con otros géneros hermanos tales como la fantasía y las novelas espaciales. Así que, ¿qué es realmente la ciencia ficción?
Este género que, lamentablemente es uno de los que pudieran pasar como más menospreciados, es uno de los más versátiles y completos en el mundo de la creación de historias.
Se caracteriza porque una de las bases primordiales para la construcción de una historia bajo esta temática, es el conocimiento y sustento científico que hay detrás. Es importante, sin embargo, recalcar que no necesariamente se trata de aquellas disciplinas de las áreas lógico-matemáticas sino también las pertenecientes a las ciencias sociales.
Historias que cuentan su progreso a través de los campos de la física, astronomía, medicina, biología, entre otras, pertenecen a este ámbito, pero también aquellas cuyo sustento narrativo gira en torno al orden de la psicología, sociología, filosofía y antropología, por mencionar algunas.
La ciencia ficción tiene sus cimientos en las bases científicas de las antes mencionadas, pero, para que sea clasificada como tal, el desarrollo de la historia está envuelta por estas cuestiones. Los argumentos, las complicaciones, las problemáticas poseen un sustento científico ya sea comprobable, cierto o no, pero que en la vida real pudiera ser aplicable en éste u otros momentos de la historia de la humanidad, ya sea el futuro o el pasado.
¿Qué es ciencia ficción y qué no es?
En la literatura nos encontramos con inmensidad de autores y obras que sirven como ejemplo y muestra clásica de la ciencia ficción.
Dos de los más grandes de este género, y cuyas obras han sido trasladadas incluso a la pantalla grande, son Isaac Asimov y Julio Verne.
Todos hemos escuchado de la “Vuelta al mundo en ochenta días” o del “Viaje al centro de la tierra”. También nos hemos aventurado en el futuro a través de obras maestras como “Yo robot” o “La trilogía de la fundación”. Autores que, adelantados a su tiempo, nos regalaron un vistazo de lo que puede ser y que es creíble, y que se siente real, pues el sustento científico que utilizaron para narrar su historia de ficción es tal, que nos podemos detener un momento a mitad de la lectura o la película y decir: “esto sí podría pasar”.
Y para fortuna nuestra, nos encontramos que todos los campos científicos imaginables han sido ya explorados por la mente curiosa de algún director de cine o algún escritor de novelas o cuentos.
Descubrimos, así, que en el campo de las ciencias sociales, autores como Huxley, Orwell y Bradbury nos han mostrado el camino de la distopía en un mundo en donde la intolerancia y la necedad humana ha imperado.
Steven Spielberg de la mano de Ernest Cline nos trajeron en el 2018 la versión cinematográfica de la excelente distopía cyberpunk “Ready Player One” y Hulu, adaptó desde el 2017 una de las más grandes ficciones distópicas de la era moderna: “El cuento de la criada”.
Entonces, ¿algo como Star Wars o El señor de los anillos se puede considerar ciencia ficción? La respuesta es no. No obstante, esto no quiere decir que ambas no sean un muy buen referente de cada uno de sus géneros, pero en efecto, no pertenecen a la ciencia ficción.
Star Wars, por un lado, es parte de un género llamado Space Opera, que en español significa novela espacial. Algunos autores consideran dicha clasificación dentro de la ciencia ficción, pero en esencia pertenece a su propio género. Se caracteriza por una historia que se centra, especialmente, en las aventuras de los protagonistas. Dentro de estas historias se abordan temas futuristas y de romance, pero no contienen esas bases científicas dentro de su narrativa por la simple razón de que no es lo que interesa al autor de la obra. Estas narrativas, en cambio, pretenden contar una historia ágil y entretenida fuera del foco de una reminiscencia o prospección tecnológica o de las ciencias sociales. No se interesan por mostrar nada más que la historia que estamos observando y funciona de forma excelente cuando ésta es narrada adecuadamente.
Obras como “El señor de los anillos” o “Harry Potter” no son en absoluto ciencia ficción. Ambas entran en el ámbito de la fantasía, otro de los géneros más subestimados, pero que poseen la suficiente sustancia para pasar a la posteridad y de generación en generación. Todos hemos leído y visto cuentos de hadas e historias donde reina la magia y la mitología. Estas narraciones poseen grandes enseñanzas y en el cine, es donde los especialistas en efectos visuales, demuestran sus más grandes habilidades. Son obras añorables, épicas y entretenidas, pero no les interesan temas científicos porque funcionan por sus propios elementos.
La ciencia ficción es constantemente mal comparada, principalmente, con los géneros antes mencionados y, a pesar de que cuenta con varios y diversos subgéneros, lo cierto es que actualmente todas las historias creadas, comparten espacio con otras narrativas hermanas. Lo que nos ayuda a diferenciarla o ubicarla en el extenso mar de la ficción es que, como su nombre lo dice, la ciencia cobra un papel importante. Respiran hipótesis que se comprueban a lo largo de la historia y luego, casi como un método científico, se repiten hasta volverse parte esencial e inamovible de su conclusión.