La Cadena Cósmica

Por Oscar Valentín Bernal

I

La vida no es otra cosa que una cadena de eventos, cada acontecimiento actúa como un eslabón que tira del anterior y se aferra al siguiente, para así avanzar de forma constante e ininterrumpida, hacia un futuro que, en realidad es otro tramo de la cadena que aún no ha sido forjado. Existen eslabones grandes y eslabones pequeños, algunos son casi nuevos y despiden destellos alegres bajo el sol del tiempo. Pero también los hay herrumbrosos, tan carcomidos por los eones que casi se han roto, y cuando eso ocurra, la cadena saltará en pedazos, y los eventos se disolverán en la fría oscuridad del infinito, donde nadie más será capaz de recordarlos. 

No obstante, hablando de los eslabones, de sus formas, tamaños y detalles, podemos pensar que el tramo de la cadena que corresponde a Fjälland, está plagado de eslabones extraños, algunos de ellos lo son tanto que su sola vista confundía al Gran Guardián del Tiempo. Los eslabones de Fjälland se bifurcan, se tuercen y se elongan de maneras horribles hasta tocar cadenas distantes, se entrelazan con ellas y crean las puertas por las que cruzan las bestias.

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Deseos

Foto de Anthony en Pexels

Por Jonathan Novak

“Es en beneficio mutuo, te lo prometo” susurró pausada una voz en su mente. Myla había escuchado de la magia al igual que un mendigo escucha de la riqueza, como algo lejano, irreal. “Yo te mostraré los secretos” enunció aquella misteriosa presencia. 


La voz surgió primero del bosque al sur del puente de roca. El abuelo le había advertido de ir más allá, pero la imponente vista resultó ser más persuasiva. 

—Myla… —Su nombre era pronunciado por el mismo viento que atravesaba los sauces al tiempo que mecía sus hojas.— Falta poco… —repetía de cuanto en cuanto la etérea voz mientras la chiquilla corría a través de aquél laberinto natural.

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Documento MKO 19/768/87/AU-T

Por S. Bobenstein

Proyecto MKObsidian
Agencia:
CLASIFICADO
Locación:
CLASIFICADO
Fecha:
CLASIFICADO
Directores responsables: Dra. M***** y Dr. B*****
Descripción: Transcripción del archivo de audio narrado por el sujeto MKO-19/768, recuperado el día
CLASIFICADO de CLASIFICADO de CLASIFICADO de los archivos electrónicos personales de CLASIFICADO (neutralizado) luego de la infiltración en las instalaciones.
[INICIO DE LA TRANSCRIPCIÓN]

¿Alguna vez has tenido un sueño tan bueno que quisiste volver a dormir sólo para tratar de regresar a él? Estoy seguro que sí, todos hemos tenido sueños así alguna vez, pero este sueño… Este sueño era otra cosa. Te lo juro… no recuerdo haber estado más feliz en toda mi vida. ¿El Cielo? Pfff… Quédense con su Cielo, yo tenía mi sueño, yo tenía la vida perfecta que quería tener… pero sólo duró una noche. Viví toda una vida en una noche, una vida plena, feliz, rodeado de amor, de belleza, de la risa de los niños, con manos cálidas que tomaban las mías, con besos apasionados que me electrizaban hasta el último rincón, con noches en brazos que me apretaban para no dejarme ir… Nunca conocí eso hasta esa noche. Decir que al despertar estaba decepcionado es poco, casi me daba un colapso mental cuando lloré de la frustración al darme cuenta de que todo era un simple sueño, una vil alucinación de mi subconsciente. Inmediatamente quise volver a dormir, a pesar de que el sol estaba ya alto, pero me fue imposible, corrí a la farmacia a comprar pastillas para dormir, pero lo único que conseguí con ellas fue caer en la inconsciencia hasta que su efecto pasó, sólo un abrir y cerrar de ojos en el que se me fueron horas enteras. Lloré el resto del día y la noche hasta la salida del sol.

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Otra vida

Imagen de Enrique Meseguer en Pixabay

Por Jonathan Novak

Edel había abandonado la iglesia hacía años, perdió la fe, aunque sus compañeros decían que lo extraviado era su camino. Cualquiera que fuera la realidad, Edel tornó la espalda a la vocación que un día muy atrás lo llamó con tanta intensidad. 

Ahora parecía pagar un precio exagerado, luego de su vida como sacerdote, Edel se dedicó a la bebida, a las apuestas, a los pleitos en las callejuelas escondidas, a los préstamos jamás pagados, a los cobradores malencarados y a las golpizas.

La mala vida, sin embargo, no lo preparó para aquel momento, No había razones para vivir, ya no y luego del bote de píldoras, creyó que todo terminaría.

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EL ENCARGADO

Por Oscar Valentín Bernal

«I laughed and shook his hand,
and made my way back home.
I searched for form and land,
for years and years I roamed.
I gazed a gazeless stare.
We walked a million hills,
I must have died alone,
a long, long time ago.

Who knows?
Not me.
I never lost control.
You’re face to face,
with the man who sold the world… ».

David Bowie

I

Thomas McMurdock casi se quedaba dormido, con la frente sobre la fría ventanilla del asiento trasero del coche familiar, mientras veía los árboles del bosque de Gethurlem pasar veloces frente a él, cada vez más sombríos a medida que el sol descendía hasta perderse tras la franja montañosa que bordeaba el horizonte. El murmullo de «The Man Who Sold The World» le llegaba apagado desde un auricular que pendía medio flojo de su oído. El bajo volumen, aunado al sonido de la carretera dotaban a la voz de David Bowie de un efecto hueco, como si el tipo cantara bajo el agua. Los ojos de Thomas estaban casi cerrados cuando la voz de su padre, Erick, lo hizo espabilar:

—¿El límite de Grigsyard ha quedado atrás? No vi el letrero.

—No hemos pasado ninguno —aseguró Sandra, la madre de Thomas, desde el asiento del copiloto.  

—Pero debimos hacerlo, esa montaña ya ha quedado muy hacia el norte, no recuerdo esta parte del camino.

—Pues quizá no vimos el letrero por la… plática de hace rato. Pero no hemos pasado ninguna bifurcación, solo estas curvas que terminarán por volverme loca.

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The Good Place: Por si no tienes que ver en esta cuarentena

Por Jonathan Novak

“The Good Place” es una serie de televisión creada por Michael Schur de tono humorístico y perteneciente al género fantástico. En esta obra, se nos cuenta la historia de Eleanor Shellstrop, una mujer la cual ha llegado a “El Buen Lugar” por error. A partir de esta premisa, la serie se enfoca en la evolución de los personajes principales quienes viven en esta especie de paraíso.

“The Good place” es una serie que te mantendrá entretenido, de eso no hay duda. Su humor juega con las debilidades de todos los personajes principales y cómo estas interactúan con los defectos de los otros. Las situaciones que nos presentan son una versión caricaturizada de la vida humana con lo que se logran situaciones que llegan al absurdo, pero sin dejar de plasmar una sonrisa en el espectador.

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El salto de Mandela

Por Jonathan Novak

Le invito a considerar la imagen de un árbol, el inicio del tiempo correspondería al tronco, pero, a medida que éste avanza y la aleatoriedad se apodera del rumbo del universo, el tiempo, inevitablemente, se ramifica. Es aquí donde encontramos la llamada compatibilidad universal. Dos universos jamás serán iguales, la existencia de ambos es, por sí misma,una prueba inequívoca de diferencia, sin embargo, la elección de desayuno de un hombre aunque es una clara diferencia, no representa un cambio tan significativo como lo podría ser la muerte de una persona, este último evento, aunque más relevante, seguirá siendo mínimo, finalmente, la variación de una ley física haría incompatibles dos universos. Habiendo entendido la compatibilidad universal, podemos hablar del salto de Mandela, Hace algunos años, podríamos haber confundido estos eventos con malos entendidos, problemas de memoria o incluso con el conocido “deja vu”. La realidad resulta más interesante, se ha demostrado que estas eventualidades pueden ser atribuidas a saltos inter-universales, es decir, dos individuos de dos universos compatibles intercambian lugares debido a una anomalía aún imposible de explicar. Ambos individuos experimentarán los efectos del salto. En principio, el concepto puede sonar aterrador, ¿quiere decir esto que las personas que conozco no serán las mismas? todo lo contrario, el cambio suele ser tan minúsculo, que cualquiera  puede seguir con su vida, sus amigos y familiares, aunque pertenecientes a otro universo, en esencia, los mismos…

Así empezaba mi primera plática acerca del salto de Mandela, en esos momentos creíamos entender las reglas de este fenómeno, pero entonces, el caso 304 apareció. Adrian, de treinta años, llegó a mi oficina en un deplorable estado, llevaba meses asistiendo a terapia, una terapia que demostró ser poco útil ante su situación.

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Half-Life: Alyx El regreso de un saga

Por Jonathan Novak

Lanzado el 23 de marzo del 2020, “Half-Life: Alyx” es la primera entrega de la serie “Half-Life” en ver la luz del día en los últimos trece años. Con este lanzamiento, Valve manda dos mensajes muy particulares, “Half-Life no está muerto” y “La realidad virtual es una tecnología que vale la pena explorar”.

Es importante ver que “Half-Life: Alyx” tiene dos propósitos, el primero es continuar con la legendaria saga y el segundo es el de motivar a otros desarrolladores para crear juegos dedicados a plataformas de realidad virtual, no olvidemos que el propio Valve tiene algo de dinero invertido aquí con su Valve Index. Con esto en mente, podemos ver que el pulimiento y la atención ridícula a los detalles dentro del videojuego, tienen como objetivo el demostrarnos hasta dónde puede llegar esta tecnología al día de hoy. Entendemos entonces que “Half-Life: Alyx” funciona no sólo como un videojuego más de una buena saga, sino como una demo tecnológica, una muestra de capacidades, un “¿qué pasaría si una gran desarrolladora se interesara por la realidad virtual?” No podemos decir que falten desarrolladores en ese nuevo campo de los videojuegos, pero, ciertamente han sido pocos los estudios grandes los cuales se han acercado a esta tecnología. Esperemos que con el éxito de “Half-Life: Alyx” otros grandes nombres de los videojuegos figuren en el mundo de la realidad virtual.

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Compilación de mini ficciones

Compilación

Por S. Bobenstein

Yayoi Kusama, «I Who Have Arrived In Heaven» en la galería David Zwirner, Nueva York, el 7 de noviembre de 2013.  (© Andrew Toth/Getty Images)

Perdido y encontrado

Mi recuerdo más antiguo es que algo me hacía falta. Lo busqué en mi caja de juguetes, debajo de mi cama, en el guardarropa y en el refrigerador. Lo busqué en el estadio de Wembley, en la Ópera de Sidney, en la cima del Everest, en las catacumbas de París y en el Burj Khalifa. Inclusive me convertí en arqueólogo, contra los deseos de mis padres, para buscarlo en todos los lugares ocultos y olvidados. Nada.

Un día, tomando café en Estambul, me bañé, sin quererlo, con té. Volteé a ver quién había cambiado mi olor a colonia por olor a especias. Fue entonces que la vi, disculpándose con palabras ininteligibles y, tan repentinamente como olí a té turco, supe que lo que me hacía falta me había encontrado a mí.

El país rojo

Las plantas crecen en los campos cuando se las riega con agua. Este país también debe ser regado cada tanto tiempo para crecer y fortalecerse; se riega con rojo, nuestro rojo. ¿Ves los altísimos rascacielos, las casas pintadas de blanco o las luces destellantes en las marquesinas y los aparadores? Todo se sustenta con nuestro rojo, mi rojo. ¿Conoces esa sensación del tintineo de plata en el bolsillo o el tacto del plástico que pasa por un lector? Está ahí por mi rojo, el rojo de todos. Toda persona que come la cena en la seguridad de su hogar, dando gracias a Dios por sus bendiciones, está sentada en el rojo, respira el rojo, bebe el rojo. Rojo doméstico y rojo extranjero, rojo americano, asiático y europeo. Es por el rojo de mi pierna que estoy aquí, de vuelta en casa, y con gusto daría el rojo de la pierna que me queda para continuar regando este gran país, para que el rojo nunca falte en la mesa, en la cartera, en el concreto ni en el papel.

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Las inconveniencias de morir en tiempos de fe

Por Aledith Coulddy

Uno creería que la turbulencia de la vida diaria llega a su fin con el dulce descanso de la eterna muerte. Lo cierto es que, en ocasiones, no sucede así.

Morí por ahí de 1927, en algún lugar de Jalisco. No recordaba bien los detalles de lo sucedido hasta que semanas después de mi regreso a la Tierra los leí en uno de esos folletos que entregan afuera de las iglesias.

La obnubilación de haber estado muerto por años se despejó poco a poco cuando reconocí en esas hojas de imprenta barata mi cara dibujada en colores sepia. Vestía entonces una sotana negra y lucía un peinado relamido con aceite. Mientras leía las páginas, fui recordando que nací en Morelia en 1907; siempre quise tener estudios superiores y largarme a una ciudad enorme en donde pudiera seguirme preparando. Desafortunadamente, provenía de una familia de bajos recursos económicos. Poseíamos algunas hectáreas de tierra fértil, aprendí de agricultura con las enseñanzas de mi padre y cuando le conté mis ambiciones, me recomendó ingresar al seminario. Era la opción más barata y efectiva de lograr licenciarme en algún campo. Así que, como cualquier adolescente que mira a su padre como poseedor de la verdad absoluta, seguí su consejo y entré al seminario.

Sin embargo, si hubiera sabido que iba a morir por mis deseos de ser profesionista, me hubiera convertido en ateo. No quería recordar mi muerte, no andaba en busca de memorias dolorosas y humillantes, pero el maldito panfleto detallaba letra por letra cómo había sido fusilado, descuartizado e injuriado por el solo hecho de encontrarme en una posición de la que no podía escapar. Nunca he entendido esa fijación excesiva de los creyentes católicos por adorar a gente moribunda ensangrentada. ¡Es enfermizo!

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