
Por Aledith Coulddy
Pablo tuvo un cuerpo. No era un cuerpo destacado en ninguna de sus formas; era más bien regordete y apenas lograba sostenerse. Lucía pliegues en las muñecas y tobillos y poseía una piel muy tersa y pálida. Del cuerpo salían sonidos guturales y Mamá venía corriendo a ver qué le sucedía al pequeño Pablo. Entonces Mamá le daba leche o le tarareaba alguna canción de cuna. Era un cuerpo que ciertamente cumplía su función y satisfacía las necesidades básicas de Pablo.