El arma de Chéjov: un recurso narrativo indispensable

Por Aledith Coulddy

Anton Chéjov, nacido en Rusia, fue uno de los dramaturgos y cuentistas más prolíficos del siglo XIX. Con gran experiencia narrativa, le regaló al mundo literario obras cargadas de calidad, pero no sólo eso, sino que otorgó uno de los recursos literarios más conocidos y que, a pesar de parecer obvio, aún es motivo de tropiezos en algunos escritores.

El arma de Chéjov habla acerca de los elementos que conforman una narración ficticia en cualquiera de sus formas; en específico, nos dice que todos los elementos que han de encontrarse en una historia deben servir a un propósito, de otro modo es mejor quitarlos.

En sus palabras, Chéjov recalca lo siguiente: «Si en el primer capítulo hay un arma colgada en la pared, en el segundo o tercero debe ser disparada. De otro modo, el arma no debería estar ahí».

Con palabras más o palabras menos, Chéjov nos da uno de los consejos más finos de la literatura y la ficción: crea sólo los elementos que has de utilizar.

Colocar objetos, situaciones, diálogos o personajes que el autor hace ver como relevantes para, después, desecharlos bajo cualquier excusa que se les venga a la mente, es una técnica barata que muestra la ausencia de destreza que un escritor tiene a la hora de su proceso creativo.

Muchas veces, como espectadores o lectores nos hemos encontrado ante una película o un libro en donde terminamos confundidos acerca del por qué un elemento de la historia estaba ahí si al final no sirvió para nada.

Chéjov nos recuerda que, precisamente, este método de «distracción» que utilizan algunos escritores, no demuestra más que sólo falta de pericia para controlar lo que sucede en la historia. Si no sirve de nada, ¿entonces para qué está ahí?

Las armas de Chéjov, aparecen de forma sutil (o no) a lo largo de la historia y cuando alguien reconoce este recurso creativo, es capaz de darle importancia desde el primer momento en el que es mencionada.

En las historias policiacas o de misterio es muy utilizado este elemento. Podemos tener una escena en la primera parte narrativa en la que un hombre cae de un edificio por un aparente suicidio. Al llegar, los elementos de seguridad encuentran una nota ambigua que puede dar pistas acerca de que probablemente se trató de un asesinato. Esta nota se convierte en un arma de Chéjov cuando, al final, la clave para la resolución del crimen está en esa nota. Si por otra parte descubrimos que nada tuvo de relevancia y sólo estaba ahí para crear un nudo argumental sin salida, podemos asegurar que sólo sirvió de distracción y por lo tanto, de una técnica fallida a la hora de contar la historia.

Existen miles de ejemplos de armas de Chéjov bien empleadas y fantásticas, en donde, al contrario de su oposición, nos vemos maravillados por la destreza del autor a la hora de ponernos pequeñas claves y pistas que al final se interconectan con otros elementos cruciales de la historia. 

Estos pequeños trucos que hacen que una obra de ficción sea sobresaliente son los que continúan haciendo de la literatura, el cine o el teatro obras maestras dignas de ser admiradas. 

Y ustedes, ¿qué ejemplos recuerdan tanto de este recurso como de su versión fallida?

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