
Por Jonathan Novak
Con la salida de “Joker” de Todd Phillips, nos encontramos en un momento excelente para explorar al icónico personaje y qué mejor manera de hacerlo que con una de sus apariciones más representativas. “Batman: The Killing Joke”, escrito por el renombrado Alan Moore e increíblemente ilustrado por Brian Bolland, es sin lugar a dudas una experiencia narrativa única.
La principal idea abordada en esta pequeña novela visual, es la de comparar al Joker con el mismo Batman. Desde las primeras páginas, el Joker establece una posición de igualdad entre él y el enmascarado. Este aspecto no se encuentra contenido sólo en los diálogos, la novela utiliza planos idénticos al ilustrar a estos dos personajes con la intención de presentarlos como similares.
Mucho se ha dicho, y probablemente se seguirá diciendo, sobre el origen del Joker, pues “Batman: The Killing Joke” es esencialmente una historia que gira en torno a este misterio. La historia comienza con una entrevista entre Batman y su acérrimo enemigo, sin embargo, justo antes de terminar el interrogatorio, la historia nos lleva a una escena del pasado, un joven comediante sin suerte se lamenta por no haber conseguido un trabajo. Esta estructura de saltos se seguirá repitiendo constantemente hasta un poco antes del clímax, donde se muestra la escena definitiva, el paso del hombre común a lunático.
Si bien la historia es interesante, es igual de importante apreciar los elementos narrativos empleados por el autor para conseguir no solo un buen relato, sino una experiencia completa.
Ni bien empieza la novela gráfica, tenemos una serie de escenas sin diálogo, este elemento es importantísimo para darle el sentimiento de seriedad a la obra, la ausencia de texto en estas páginas obliga al lector a adivinar el tono de la escena, y, como producto de esta deducción, el espectador se siente inmerso en la atmósfera.
Una vez comienza el diálogo con el Joker, otro elemento narrativo es empleado. En este caso, “Batman: The Killing Joke” cuenta con una estructura circular, es decir, que elementos del inicio, son empleados al final. El uso de esta técnica difumina el paso del tiempo de la obra, si bien sabemos que ésta ha acabado, la presencia de estos pequeños guiños generan dudas en cuanto a la naturaleza del Joker. Esta sensación de confusión es ideal para reflejar la locura y el sentimiento de estar atrapado dentro de uno mismo.
Otro elemento destacable del cómic es el paralelismo entre ilustraciones y secuencias. Este título cambia constantemente de tiempos y escenas de forma abrupta, sin embargo, cada que ocurre uno de estos cambios, se le ofrece al lector una especie de transición que se lleva a cabo al casi duplicar el cuadro anterior; en un momento tenemos a un hombre sonriendo a causa de alguna droga suministrada por el conocido antagonista y al siguiente, una mano, la de Batman, sujeta el icónico comodín, carta de presentación del Joker. Estas sucesiones de imágenes ofrecen cohesión a la estructura narrativa y ayudan a que la historia fluya de manera natural.
«The Killing Joke» es un buen cómic, uno que se lee rápido y que te deja pensando, es un clásico merecido. Su manera de tratar la relación de Batman y del Joker te deja deseando leer más. Es sin duda una excelente lectura para acompañar la película de Todd Phillips.