
Por Aledith Coulddy
En el año 2000 se estrenó la película “Memento”, dirigida y escrita por Christopher Nolan. Este thriller psicológico marcó un paso importante en la carrera del director puesto que lo consagró como un artista que demostró entonces, y en proyectos posteriores, que sus narrativas visuales poco comunes son capaces de atrapar al espectador de principio a fin.
En dicho largometraje tenemos la historia de un hombre que padece de amnesia anterógrada, es decir, que no le es posible crear nuevos recuerdos. La problemática surge cuando se es revelado que su esposa murió abusada sexualmente y asesinada a manos de un desconocido y, que dentro del mismo contexto de este incidente, él perdió la memoria a causa de un traumatismo.
Leonard, como se hace llamar el protagonista de la historia, debe recordarse a sí mismo, todos los días, la naturaleza de su situación, pues su falta de recuerdos nuevos le vuelve imposible saber lo que hizo días u horas atrás, con lo que se complica la investigación que tanto desea llevar a cabo para vengar la muerte de su esposa.
La película, visualmente es atractiva, en guión no lo podría ser más, y es que, al ser contada en forma de thriller, logra que el espectador se pregunte los secretos que se ocultan tras la falta de recuerdos de Leonard, así como una creciente intriga acerca de si el protagonista logrará cumplir su cometido.
El final es sorpresivo y posee un giro que te dejará pensando y analizando las implicaciones del tiempo, la venganza y la memoria y que, en términos generales, dejará al espectador satisfecho y con deseos de conocer más.
Cuando vi esta película lo primero que me vino a la mente fue un pensamiento de que algo hacía falta. Los thrillers siempre han sido mi género favorito de historias pues son el tipo de narrativas que más invitan al lector a desentrañarlas, lo hacen parte de ellas mismas. Sin embargo, con “Memento” experimenté una sensación de ausencia que nada tenía que ver con la temática de la historia.
Descubrí precisamente que lo que hacía falta se encontraba en el cuento en el que fue basado el largometraje: “Memento Mori”, escrito por Jonathan Nolan, hermano del director.
Este historia corta posee la misma esencia de la película pero filosofa más acerca de la muerte, el tiempo y el significado del mismo.
Escrito en once pequeños capítulos, y alternando entre la tercera y la primera persona, conocemos a Earl, un hombre que al igual que Leonard ha perdido la memoria después del atraco que sufrió su esposa y en el cual resultó muerta.
Earl se despierta todos los días con la sapiencia de que su esposa se ha ido; recuerda su última mirada pidiendo ayuda e incluso puede rememorar el rostro del perpetrador, pero no le es posible crear nuevas memorias. Es el hombre de los diez minutos, viviendo constantemente, en un ciclo perpetuo de duelo y odio, la muerte de su esposa a quien desea vengar antes de que transcurran 600 segundos y se olvide nuevamente del progreso que ha hecho en su investigación.
Memento Mori que en latín significa “recuerda que morirás”, es un término que nació como advertencia de que precisamente todos hemos de morir y que cada día se debe vivir bajo esta noción para buscar una vida dentro de los parámetros de moralidad.
Los “memento” son objetos que, en efecto, le hacen recordar a su portador este hecho, y en el cuento de Jonathan Nolan cobra una parte esencial para el significado de la historia.
El “memento” de Earl es una campanilla en la cual está inscrita la fecha de su nacimiento y la del día en que ocurrió el accidente.
Para fines de que el lector pueda disfrutar más tanto la película como el cuento corto, no referiré spoilers acerca de si en ambos casos el protagonista logra descubrir y vengar al asesino. Lo que sí puedo decir es que a pesar de que “Memento” es una obra excepcionalmente realizada, se queda ligeramente atrás en comparación con su fuente de inspiración, “Memento Mori”.
Ambas son narrativas dignas de ser analizadas y desmenuzadas una y otra vez y, en el caso de la segunda, dejarnos llevar por su maravillosa filosofía de lo que el tiempo significa, pues como tal lo recuerda Nolan: “El tiempo es un absurdo. Una abstracción”.