
Por Jonathan Novak
Un tema recurrente en la ciencia ficción es el de la máquina tomando control sobre la humanidad. Hoy en día, cada vez más dispositivos son llamados “inteligentes” y nuestra dependencia ante ellos tiende a generarnos intranquilidad. En “Sueños de robot”, Asimov nos narra la historia de un robot cuyo cerebro positrónico, diferente al de los demás robots, le da una habilidad única, la capacidad de soñar.
En este pequeño cuento, Isaac Asimov se encarga de desdibujar la línea entre lo que es máquina y lo que es humano. Elvex, un robot recién creado por la doctora Linda Rash, asegura tener la capacidad de soñar. Ante esta revelación, la doctora Rash se ve obligada a consultar con la gran robopsicóloga, Susan Calvin. Ambas mujeres deberán determinar el origen de la anormalidad del cerebro de Elvex.
Desde el inicio, Asimov nos introduce al misterio del sueño, un fenómeno perteneciente a los seres vivos, pero que por primera vez se observa en una máquina, sin embargo, éste sólo es la antesala a un problema mayor y el cual se corresponde a nuestra preocupación actual por la tecnología.
Aunque la inspiración para el nombre del cuento es obvia, el verdadero conflicto no se resumiría con la frase: “Los robots sueñan”, sino con esta otra: “Los robots guardan secretos”, cuando las doctoras se han convencido de que en efecto Elvex sueña, el robot les revela que lo ha hecho desde el momento de su construcción, diez días atrás, esto significa que el robot ha experimentado sueños durante diez días, pero ha decidido decirlo hasta ese momento, el por qué este hecho es más aterrador se corresponde al por qué la tecnología actual nos puede causar intranquilidad.
Lovecraft escribió que el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido. Actualmente el alcance de nuestra tecnología nos ha superado, aunque tenemos un entendimiento general de lo que pasa cuando usamos alguno de estos dispositivos, es difícil dimensionar todo lo que sucede. Es por esta razón que cuando un ente informe, como lo podría ser “Facebook” o “Google”, pareciera saber más de nosotros que nuestras propias familias, nos sentimos angustiados. Es posible suponer que la doctora Calvin, al enfrentar a un robot que sueña, se siente de manera similar, ella ha dedicado años al estudio de aquellas máquinas y cuando Elvex es presentado ante ella una pieza de conocimiento es revelada, una que había permanecido oculta y cuyas implicaciones pueden ser catastróficas.
Si bien el cuento no termina con una revolución de las máquinas, éste deja en claro que incluso en la creación propia o en los objetos más cotidianos se pueden esconder detalles a la vista.