Por Oscar Valentín Bernal
Tenía casi cinco años cuando vi Jurassic Park por primera vez en el cine y cuando salí de esa sala, no volví a ser el mismo. ¿Qué niño volvió a serlo?
Mucha gente no sabe que antes de ser llevada a la pantalla grande por Steven Spielberg, Jurassic Park salió directo del tintero de uno de los autores más grandes del género de la ciencia ficción de las últimas décadas, Michael Crichton, quien fue responsable de otras grandes obras que terminaron a su vez siendo exitosas adaptaciones tanto a la pantalla grande como a la chica. Entre sus ejemplos destacan Westworld, Sphere, Congo y, por supuesto, The Lost World, esta última, única secuela cinematográfica de Jurassic Park, basada en una novela del mismo autor.
Jurassic Park es una de esas obras que han dejado una huella imborrable en la cultura popular mundial, al nivel que sólo han conseguido sagas como Star Wars, Alien o Back to the Future.
Sin embargo, aunque la película de Spielberg logra capturar la esencia general de la novela, con buenas actuaciones por parte de un elenco que nunca podrá quitarse de encima los nombres de los personajes, escenas que se han vuelto iconos indiscutibles para el mundo del cine y una banda sonora que te eriza la piel, existen, como en toda adaptación cinematográfica, muchas de cosas que quedaron fuera de la cinta, ya sea por el público para el que estaba planeada o bien por aligerar las complicaciones en el set de filmación.
Jurassic Park es una novela en la que el rigor científico se siente de principio a fin y es que, Crichton se tomó la molestia de leer un montón de artículos e investigaciones de expertos en los campos de la paleontología, zoología, veterinaria, informática y matemática, hecho que se hace notar en varios capítulos, donde las conversaciones entre los personajes muestran el amplio dominio que tienen de los campos científicos en los que se desenvuelven. Podemos encontrarnos con un diálogo en el que Ian Malcolm habla sin pelos en la lengua sobre complejos modelos matemáticos y estadísticos, para de pronto toparnos con otro personaje que conoce el manejo y la etología de la fauna silvestre con gran apego a la realidad.
Algunos detalles que se hacen ver en el libro acerca del comportamiento de los dinosaurios, los cuales evidentemente fueron pensados y producidos por el autor en base a la observación del comportamiento de aves y reptiles salvajes, así como de los grandes mamíferos herbívoros, nos hacen ver que Crichton se toma la libertad de especular sobre la manera en que lucían animales que nunca nadie ha visto con vida, pero siempre haciéndolo de manera inteligente y respetando los principios naturales de biología y conducta que rigen el mundo animal.
Es interesante ver cómo nos propone a un Dilophosaurus wetherilli con algunas curiosas capacidades, como la de extender una membrana retráctil alrededor de su cuello, igual que algunos reptiles modernos, y la habilidad de escupir veneno, mediante órganos similares a los que presentan las serpientes elapidas del género Naja para lanzar su veneno a distancia como en la vida real.
Una de las características interesantes que Crichton le da a esta especie, y que no vimos en la película, es su voz ululante parecida a la de un búho. Todas estas cualidades ficticias nos hacen darnos cuenta de lo realmente poco que sabemos sobre los dinosaurios, ya que si bien podemos apreciar sus huesos, estos no nos revelan detalles sobre el aspecto de su piel, los órganos que tenían y su funcionamiento, y apenas permiten hacer especulaciones vagas sobre su etología y conductas sociales, que sólo podemos inferir con base en la observación de animales que ocupan nichos ecológicos similares en la actualidad.
Otra de las ciencias que Crichton hizo suya con este libro fue la taxonomía, la cual se encarga de la clasificación de los seres vivos. Encontramos varias especies llamadas por su nombre científico real a lo largo de la historia, pero también se habla de algunas especies ficticias que el autor se tomó la libertad de crear, siempre utilizando nombres taxonómicos verosímiles de acuerdo a las características del animal o planta del que se está hablando.
En cuanto a personajes se refiere, se hicieron varias modificaciones para la película, la más notoria es quizá la de Lex, quien en el libro, con solo ocho años, es en realidad la hermana menor de Tim, siendo que en la película ella es la mayor.
La Lex del libro es un personaje gracioso e imprudente que te hace morir de la risa a un momento y temer en serio por su seguridad al siguiente. Otro personaje que sufrió muchos cambios es John Hammond, a quien vemos en la novela como a un viejo sin escrúpulos al que solo le importa el dinero, a diferencia del dulce abuelito soñador que vimos en el cine. Otros personajes incidentales y secundarios fueron removidos de la adaptación con la intención de volver la cinta mucho más ágil y en realidad pienso que fue lo mejor.
La novela de Jurassic Park también nos muestra escenas mucho más sangrientas y violentas que las vistas en la película, en la que tomaron la acertada decisión de suavizar para que pudiera ser vista por toda la familia.
En el libro de Crichton, abundan las escenas de ataques brutales de dinosaurios, narrados sin la menor delicadeza. El autor busca hacernos experimentar realmente lo que sentiría una persona atacada por un velociraptor o la impotencia de estar de pie frente a una bestia carnívora colosal como el Tyrannosaurus rex.
“Cuando el tiranosaurio rugía era aterrador, un alarido procedente de otro mundo…”.
Michael Crichton tuvo la suerte de encontrarse en el tiempo y el lugar adecuados para escribir una ficción sobre criaturas asombrosas que realmente alguna vez caminaron sobre la tierra. Como consecuencia de esto, la interpretación y el soplo de vida creativo que Crichton le infundió a estos animales, vivirá en nuestros corazones por siempre.
¡GRACIAS, MICHAEL!