
Por Aledith Coulddy
Pese a que tanto «Parásitos» y «El faro» ya han sido estrenadas previamente en diversos festivales de cine y salas de arte, donde adquirieron el reconocimiento generalizado, las cadenas de cine comercial, apenas hace unos días, las hicieron parte de su catálogo. En México, la primera tuvo su primera función el pasado 25 de diciembre y la segunda tuvo su debut este 1 de enero.
Siendo consideradas dos de las mejores producciones del 2019 y con un fuerte augurio de múltiples nominaciones en la próxima temporada de premios, podemos entender, después de haberlas visto, el por qué es así.
Por un lado tenemos a «Parásitos», una producción surcoreana, del director y guionista Bong Joon-Ho, que fue galardonada con la Palma de Oro en el último festival de Cannes. Se trata de una historia con tintes de comedia negra y thriller en la que se cuenta la historia de una familia de bajos recursos que consigue una oportunidad –por medio de actos cuestionables– en las labores varias de una familia adinerada de cuatro integrantes. Poco a poco las situaciones que viven dentro de este ambiente acaudalado se ven turbadas por una serie de sucesos que, con cada escena, se vuelven más y más insólitos, como si presenciáramos las consecuencias más extremas de la pobre toma de elecciones a la que la familia recurrió para conseguir el pan de cada día.
Llena de analogías y metáforas sobre la condición del rico y del pobre y un contraste bien marcado y definido entre los miembros de ambas familias, «Parásitos» no decepcionará, incluso a aquellos a quienes no están acostumbrados al cine oriental y sus increíbles propuestas que cada vez más llegan a nuestro lado del globo terráqueo.
En segundo lugar, tenemos a «El faro», la segunda gran producción del director Robert Eggers, quien anteriormente fue aclamado por su trabajo en «La bruja», una narración de terror ambientada en el siglo XVIII.
En esta ocasión, regresa con su nuevo filme de terror psicológico, en donde se cuenta la historia de Ephraim Winslow (Robert Pattinson), un aprendiz de cuidador del faro que arriba a uno situado en la lejanía de las costas de Nueva Inglaterra, en donde un grotesco cuidador llamado Thomas Wake (Willem Dafoe) ha sido protector del mismo durante muchos años.
Con enormes referencias a historias clásicas como «Moby-Dick», «El faro» de Edgar Allan Poe y la mitología griega, específicamente en relación a Prometeo y Proteo, Eggers sumerge al espectador, en las casi dos horas que dura la película, en una experiencia plagada de simbolismos que reflejan la locura, la inmoralidad y el erotismo de dos hombres atormentados por secretos de su pasado, los cuales, plano a plano, se desentrañan para dar paso a escenas donde la realidad se ve puesta en duda.
Ambos largometrajes, aunque poseen temáticas y tonos distintos, son un «necesario» para todo aquel que guste de películas con tramas poco habituales. Puedo decir con certeza que se tratan de experiencias más que de sólo entretenimiento y dejarán meditando al espectador acerca de lo que se acaba de presenciar.