Regresando al mundo Pokémon

Por Jonathan Novak
Aún recuerdo el día que emitieron por primera vez la serie de Pokémon. En aquellos entonces, aunque ya dedicaba una buena cantidad de horas a los videojuegos, desconocía en absoluto la existencia del juego de RPG, creado para la GameBoy. Sin embargo, los comerciales de una nueva serie de anime que se transmitiría por televisión abierta no me pasaron por alto. Yo tendría seis o siete años el día del estreno, mi hermano y yo, salimos a jugar con los amigos de la cuadra, no sin antes pedirle a nuestra madre que nos hablara a la hora del nuevo programa. Así lo hizo, la tarde ya estaba entrada y no faltaba mucho para que anocheciera, mi hermano y yo nos dirigimos a nuestro cuarto y encendimos el televisor. Por un breve momento escuchamos la canción del inicio y, la voz de un narrador, nos inició en el mundo Pokémon.
Si bien perdí el gusto por la serie de animación hace ya algunos años, la afición por los videojuegos y la franquicia en sí, ha permanecido. Es por esta razón que la primera película live action de Pokémon fue un anuncio que trajo a mí la emoción de ese primer episodio.
En un inicio, no sabía cómo sentirme acerca del anuncio, si bien el primer tráiler lucía prometedor, las películas basadas en videojuegos suelen ser… malas, tan malas que la sola idea de que recreen una franquicia que te gusta en la pantalla grande puede resultar inquietante; sin embargo, desde ese primer avance supe que tendría que verla.
La película inicia mostrándonos al protagonista Tim Goodman y un amigo de éste, sólo incluido en el largometraje para mostrarnos la pasión olvidada, o ignorada, de Tim por los Pokémon. De manera rápida pasamos de escena y la trama principal indica que el padre de Tim ha sufrido un accidente mortal. Al enterarse de la noticia, nuestro protagonista viaja hasta la gran Ryme City, una metrópoli donde los humanos y Pokémon viven juntos y en armonía sin necesidad de utilizar Pokeballs de por medio.
Como un fan de la serie debo decir que aprecié mucho los guiños que hacen a la misma, las regiones que exploré cuando era niño, y no tan niño, son referenciadas en la película. Entradas de la Pokédex son parafraseadas por los personajes. La abundancia de Pokémon en pantalla te hace recordar ese objetivo primordial, atraparlos a todos (aunque en este caso sería identificarlos a todos). La película te hace recordar historias pasadas, la música original, personajes de las primeras películas, y elementos que son pilares en la franquicia como lo son las batallas Pokémon o los Pokémon legendarios. La película parece otro Ready Player One en este sentido, cada escena parece tener un guiño minúsculo, que de no tener especial atención, puede pasar desapercibido.
Pokémon: detective Pikachu, está lejos de ser una obra de arte, el ritmo de la trama se torna inconsistente en momentos y en una que otra escena, el CGI pierde algo de la belleza que podemos observar en los tráilers. Esto no quiere decir, sin embargo, que la película no sea buena. Si bien puede llegar a tener una trama predecible, la historia es interesante y el humor será apreciado por chicos y grandes, algo que agradecer puesto que la franquicia tiene 23 años, y muchos de sus primeros fans esperamos ver algo que también sea atractivo para nosotros. Al final, la película es buena, el CGI logrado es excelente, exceptuando un par de escenas, y lo más rescatable es la capacidad de retornarnos a este mundo maravilloso y hacerlo de manera natural.
Pokémon: detective Pikachu, es, después de todo, una obra de fantasía, pero que se siente más propia que las historias de princesas, caballeros y dragones. Una película que entrega lo que se esperaba: una obra enfocada en los niños que no olvida sus primeros fans y que quizás atraiga a nuevos pequeños al extenso y grandioso mundo Pokémon.