
Por Aledith Coulddy
A menos de dos semanas que sean los premios más importantes del cine en Hollywood y posterior a haber recibido múltiples reconocimientos, tanto del gremio como del público en general, es justo y necesario que se hable un poco de esta maravillosa película.
Dirigida por Bong Joon-Ho y estrenada originalmente en el 2019, Parasite es una película coreana que trata, en esencia, del contraste entre dos clases socioeconómicas abismales, donde por un lado tenemos a la familia de Kim Ki-taek, quienes sobreviven a duras penas el día a día y cuyo hijo varón decide solicitar un empleo, mediante técnicas que se podrían considerar deshonrosas, a una familia muy adinerada de cuatro integrantes: el padre empresario, la madre abnegada, la hija estudiante y el hijo pequeño que aparenta ser un prodigio.
Ambos grupos, que comparten el mismo número de integrantes, con analogía en el sexo de los mismos, son un espejo que refleja cosas que van más allá del estatus económico. Reflejan la naturaleza del ser humano, en donde no importa el origen, la posición o la vivienda, todos erran, ambicionan, fallan y aman por igual.
Estas similitudes, que al principio parecerían no serlo, por lucir como el cuento del rico y el pobre, se van haciendo más nítidas conforme avanza la película y se puede ver claramente que la intención del guionista y director no es caer en el maniqueísmo clásico de estas historias sino, por el contrario, dar a entender que el bien y el mal se pueden encontrar en toda clase social, desde el hogar más precario hasta la mansión más espléndida; que el ser moral e inmoral no depende de cuánto haya en tus bolsillos sino de otros preceptos que son idiosincráticos de cada individuo, pero que finalmente poseen semejanzas por esta ya mencionada naturaleza humana.
No conforme con tocar temas tan profundos y vigentes, Bong Joon-Ho lo hace mediante dos géneros narrativos que podrían resonar por no ser lo habitual al contar una historia de esta índole. Se vale del thriller y la comedia negra para satirizar el argumento y darle ese toque de misterio y duda, que es a final de cuentas lo que le otorga la cadencia a la cinta.
No obstante, existen momentos dentro de la historia en las que el guión juega tan al límite de lo verosímil que podrían caer en un absurdo sin retorno, sin embargo, como toda obra creada de forma bien construida, estas partes sólo sirven para darle más fuerza y sentido a lo que a continuación se presentará, y poco a poco la obra no sólo va adquiriendo un sentido más profundo sino que crece hasta alcanzar un clímax que deja satisfecho y conforme con sus partes.
La montaña rusa de emociones, tonos y atmósferas que posee «Parasite» la hace una película única y grandiosa dentro de su género y confirma una vez más que el cine extranjero, el generado fuera del foco muchas veces trillado de Hollywood también vale la pena, y ¡vaya cómo lo vale!
Si no han tenido la fortuna de experimentar los 132 minutos de duración de esta película, recomiendo ampliamente acudan a verla a la primera oportunidad posible. El gusto propio puede variar de persona a persona, pero lo que es innegable es que estamos frente a una obra maestra, una pepita de oro entre el montón de arena común al que solemos estar acostumbrados y más allá de las preferencias personales, eso siempre es bien recibido.