
Por Jonathan Novak
Es imposible si conoces la película animada de Pixar no hacer una comparación entre “Beastars” y “Zootopia”, ambas obras hablan sobre mundos dominados por animales antropomorfos donde existe una tensión entre los herbívoros (las presas) y los carnívoros (los depredadores). Las similitudes, sin embargo, se detienen aquí.
Beastars es una serie de animación japonesa basada en el manga del mismo nombre, escrita por Paru Itagaki. La historia sigue la relación entre Legoshi, un tímido lobo gris, y Haru, una coneja enana, quienes atravesarán por múltiples desventuras dictaminadas por un mundo que, aunque civilizado, sigue determinado en gran medida por los instintos de sus individuos.
Si bien “Beastars” es una obra que se asemeja mucho a “Zootopia”, se debe tener en cuenta que la primera no está enfocada a un público infantil. Mientras “Zootopia” hace una analogía que es digerible por toda la familia acerca del racismo, “Beastars” muestra cuán cruel puede ser el mundo. La película de Pixar, por ejemplo, llega sólo a mostrar unos pocos eventos violentos, los cuales tienen pocas o nulas consecuencias, mientras que “Beastars” introduce la serie con el asesinato de un joven estudiante del instituto, el cual es devorado por uno de sus compañeros de clases. Es esta radical diferencia de tono la que hace destacar a “Beastars”.
Otra gran diferencia entre “Beastars” y “Zootopia” es la naturaleza de la relación de sus protagonistas. En la película de Pixar, vemos una relación de amistad totalmente inocente entre Nick y Judy. En “Beastars”, por su parte, Legoshi afirma amar a Haru, sentimientos que la misma serie pone en duda, ¿la ama o son sólo sus deseos más primitivos (los del depredador) los que hablan? En este sentido, “Beastars” se atreve a llevar incluso los temas que comparte con “Zootopia” un paso más adelante.
Si “Zootopia” es el cuento de hadas, “Beastars” es la novela y no es sólo una cuestión de cómo son tratadas las obras, ambas se basan en el mundo humano y mediante sus propios conflictos, hablan de nuestra realidad. “Beastars”, sin embargo, llega a tratar más asuntos; se habla de drogas, de sexualidad, de corrupción y de la, tristemente, ignorante sociedad, que prefiere mirar para otro lado a enfrentar la realidad en la que vive. No es un asunto de quien trata mejor su temática, es sólo que “Zootopia” se ve censurada por su audiencia objetivo, una censura inexistente para “Beastars”.
La comparación entre “Zootopia” y “Beastars” es tan necesaria como injusta, por una parte las premisas son demasiado similares, incluso sus protagonistas guardan cierto parecido, sin embargo, no debemos olvidar que el público objetivo es distinto. Pixar, al ser una compañía de Disney, siempre se ha enfocado en producir contenido familiar que pueda ser consumido incluso por los más pequeños; “Beastars,” en cambio, con una demografía “shōnen”, apunta a adolescentes, pero, con su manera de llevar la trama, puede ser fácilmente disfrutada por gente de mayor edad. Esto no quiere decir que considere a “Beastars” como una obra superior (en lo personal me gustó más) es sólo que hay que comprender que sus creadores tenían objetivos distintos a la hora de crear sus respectivos títulos.
Como un fan de la animación japonesa, debo admitir que hace tiempo no veía una serie que me llenara tanto como “Beastars”. Empezando con un “opening“ bastante sobresaliente, pasando por la excelente animación y sin decepcionar en el manejo de la narrativa, “Beastars” es una serie como pocas, que no deberías perderte.