Violencia

Por Jonathan Novak

Y antes de que la última pieza de compuerta metálica cayera por completo, el chillido agudo, como de cerdos siendo sacrificados, se intensificó. Tan pronto la placa metálica de diez centímetros de espesor cayó hacia el lado opuesto de donde nos encontrábamos, fuimos capaces de verlos. Seres de pieles negruzcas corrieron presurosos hasta el extremo opuesto de la sala a la que habíamos accedido. Con cuatro extremidades inferiores y dos más superiores, los seres corrían horrorizados.

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