
Por S. Bobenstein
En la década de los 80, Alan Moore, Dave Gibbons y John Higgins publicaron Watchmen, una novela gráfica en la que el tema de los superhéroes es tratado con total seriedad y puesto en perspectiva desde el contexto sociocultural de la década, así como desde una óptica realista y humana. La historia hace énfasis en la psicología de los personajes, en sus defectos más que en sus virtudes, dejando entrever las posturas filosóficas de cada uno y cómo éstas chocan con la realidad en la que se encuentran inmersos debido a sus intentos por tratar de hacer la diferencia, en una época en la que la humanidad parece estar al filo del colapso; se trata principalmente de una trama contemplativa y reflexiva acerca del tropo de los superhéroes. Tiempo después, Garth Ennis y Darick Robertson llegaron, le inyectaron esteroides y metanfetaminas a la premisa y dieron a luz a The Boys, serie de cómics publicada entre 2006 y 2012 en la que la irreverencia, la hiperviolencia y la crítica social no tienen consideración ni piedad por ninguno de sus objetivos, abordados de maneras brutalmente explícitas. A Amazon le pareció buena idea adaptar el cómic a una serie televisiva, comandada por Eric Kripke, la cual, desde el 26 de julio de este año, ha agraciado nuestras pantallas con una osadía, una frescura y un estilo que se agradece en estos tiempos de severa corrección política.
The Boys nos sitúa en el siglo XXI, en un mundo donde los superhéroes existen y son las más grandes superestrellas de la era. No sólo salvan al mundo de diversas amenazas, también son protagonistas de películas, son caras de campañas publicitarias, tienen sus propias líneas de mercancía y cuentan con la inquebrantable devoción de ejércitos de fanáticos ávidos por obtener todo lo referente a ellos. Este éxito rotundo y sin precedentes se dio gracias a la compañía Vought International, encargada de patrocinar y administrar a los superhéroes y sus franquicias, pero, sobre todo, trata de encubrir la verdadera naturaleza de estos para mantener su reputación entre el público e influir en la política nacional e internacional. Y es que, detrás de su fachada heroica, los “supers” se aprovechan de sus poderes y de su estatus de celebridades, son ególatras, tienen serios problemas psiquiátricos, abusan de sustancias, no tienen ninguna consideración por el bienestar de las personas y ponen en peligro a la gente a cada momento que usan sus habilidades sin reparo alguno. Al no haber nadie que se oponga a su despotismo, surgen “Los Muchachos”, un grupo clandestino empecinado en exponer y destruir a los superhéroes y a Vought por todos los medios necesarios, no importa qué tan “poco ortodoxos” pudieran resultar. El principal conflicto de la serie se centra entre el grupo de “Los Siete” (una versión de la Liga de la Justicia), los superhéroes más poderosos y prominentes de Vought, liderado por Homelander (análogo de Superman), y “Los Muchachos”, encabezados por Billy Butcher, un ex-agente del gobierno, carismático, desvergonzado, altamente ingenioso y con un odio fuertemente arraigado hacia todos los “supers”, en especial hacia Homelander, con quien tiene una rencilla personal. La premisa, interesante por sí sola, sirve como marco para una crítica multivariada de nuestra sociedad actual.
La ilusión de poder
Los superhéroes de The Boys poseen habilidades increíbles que fácilmente pondrían el mundo a sus pies para hacer con él lo que deseen. Ellos lo saben, de ahí su actitud arrogante, narcisista y supremacista, sin embargo, no pueden mover un dedo sin que Vought planee, controle o censure sus acciones. ¿Por qué estos semi-dioses permiten eso? Simple: fama y dinero. Vought mantiene sus reputaciones y con ello asegura que “se vendan” apropiadamente, así los superhéroes pueden tener acceso a raudales de dinero para mantener su estilo de vida libertino y desenfrenado. A pesar de todo su poder, se encuentran sometidos a la opinión pública, a su propia fama, son más un producto que seres vivos y están indefensos y temerosos ante la amenaza constante de perder sus fondos monetarios y el favor de sus seguidores. Sus poderes son extraordinarios, pero palidecen ante el superpoder más grande del mundo: la riqueza. En el mundo real tenemos el ejemplo de deportistas, políticos, artistas, científicos, académicos y demás personas con dones que han logrado sobresalir sólo para verse inmersos en un mundo capitalista concentrado en generar riqueza a partir de ellos y no en apoyar y fomentar el desarrollo de más personas dotadas.
Crea fanáticos y échate a dormir
Las personas en esta historia idolatran a los héroes. Cada uno tiene a su preferido, el cual fue manufacturado especialmente para representar un conjunto de valores y posturas muy específico. Patriotas, religiosos, ecologistas, liberales, conservadores, feministas, jóvenes, adultos, para todos existe un superhéroe auspiciado por Vought listo para servir como estandarte, a quien los fanáticos seguirán incuestionablemente puesto que es la encarnación empoderada de su ideología. Por supuesto que el fanatismo no exige raciocinio, sólo fe ciega, y los tentáculos del capitalismo rapaz ven en esto una oportunidad dorada. “Paga tu boleto para pasar un día con tu héroe, compra su nuevo libro, mira su nueva película, consume su bebida oficial, apoya su causa”, las personas están demasiado ocupadas autoafirmándose en su figura heroica preferida y perpetuando el ciclo que no se dan cuenta de que la empresa está lucrando con los aspectos de sí mismos que los definen como individuos. No piensan, actúan solamente, y mantienen un culto a la personalidad que los reduce a nada más que un rebaño de ovejas que deben ser trasquiladas. ¿Dónde se ha visto esto antes en nuestro mundo?
El mito de la justicia
Los superhéroes no pelean por nada que no sea ellos mismos, incluso los que alguna vez trataron de hacer un bien real sucumbieron ante la realidad del mundo y la realidad es que no existe la justicia, sólo existe lo que los dueños del mundo digan que es la justicia. Lo bueno y hermoso no está destinado a durar a menos que genere algún tipo de ganancia, los ideales son genéricos e intercambiables, las personas son reemplazables, los ídolos son reemplazables. Muchos héroes se lograron adaptar muy bien a este mundo amoral, hedonista y artificial en el que ellos son casi la punta del iceberg y los que no, están siendo arrastrados por la ola; la gente vive a la sombra de las capas ondeando y todos esperan ser protegidos, le entregan su seguridad y bienestar a un grupo de sociópatas, manteniendo la “justicia” de ellos. La verdad es que todos nos hemos vuelto perezosos, comodinos, anodinos con respecto a los sucesos del mundo, incluso las personas que están en posiciones de “poder”. No nos importa quién haga las cosas que se necesitan mientras nosotros no tengamos que hacerlas, y con ello estamos tendiendo la alfombra roja para que entren y se perpetúen en nuestra vida toda clase de abusos.
Lo que tiene que hacerse no es bonito, pero tiene que hacerse
Los Muchachos están hartos, ya se cansaron de la farsa, de las ovejas, de la docilidad, de los degenerados, viles, mezquinos y enfermos superhéroes. En un mundo donde no existe la justicia, ellos mismos la harán; cuando el bello status quo es una mentira, la horrible verdad entrará rampante. Los Muchachos no aparentan ser algo que no son, no buscan fama ni fortuna, quieren destruir el mundo retorcido en el que tan plácidamente viven todos y por supuesto que eso no será bonito, ni pacífico, ni bien retribuido, no estará de acuerdo con “las buenas costumbres” ni con “los ideales de la nación”, será de mal gusto, políticamente incorrecto, contundente y brutal. ¿De qué otra forma se puede llamar la atención de un mundo embelesado con bellas mentiras y esclavizado a su propia ignorancia? Los Muchachos no son héroes, son personas a las que se les colmó la paciencia y están dispuestas a “agarrar el mundo por las pelotas”.
The Boys incomodará a muchos, hará enfadar a otros tantos, pero, al final, no hace más que abofetearnos con las verdades que todos sabemos y que pocos enfrentamos. Envuelta en acción, violencia y humor MUY negro, esta serie llegó en el mejor momento para hacernos reflexionar acerca del deplorable estado de la sociedad y de la pusilanimidad imperante entre la mayoría de los ciudadanos del mundo.
Suele decepcionar, conocer a tus héroes.
Saludos!
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