
Por S. Bobenstein
La escena del cine comercial actual está plagada de remakes, reboots, adaptaciones de novelas, cuentos, cómics y, por supuesto, de una nostalgia recargada para apelar a los sentimientos de quienes vivieron en los 80; las historias originales cada vez tienen menor cabida en los planes de los grandes estudios de Hollywood y puede inferirse el motivo: es más seguro y redituable invertir (cientos de millones de dólares) en algo que ya está probado y que tiene un público bien definido que en algo nuevo e inédito que podría o no ser redituable. Así, las historias originales se ven confinadas a los circuitos de festivales cinematográficos y a una muy limitada cantidad de salas a nivel mundial, donde, regularmente, pasan desapercibidas para la gran audiencia. Craso error. ¿Dónde queda el espacio para la creatividad, para explorar nuevos temas, nuevos personajes, nuevas visiones de la realidad que puedan conmover de manera nunca antes pensadas a todos cuantos amamos el “séptimo arte?
Afortunadamente, en este 2019, los “grandes poderes” de Hollywood le dieron su voto de confianza a Rian Johnson, un (relativamente) recién llegado a la industria californiana, para traer a la pantalla grande “Entre navajas y secretos” (Knives Out, por su título en inglés). Johnson produce, escribe y dirige esta película del género detectivesco, en la que el suicidio del patriarca de una acaudalada familia pone a todos sus miembros en ascuas, incluidas las personas que forman parte de la servidumbre, debido a lo improbable e intempestivo de su deceso, así como a las extrañas circunstancias que rodearon al hombre en la víspera de su muerte. Como es de esperarse, la policía se ve obligada a investigar el caso, pero, en esta ocasión, son acompañados por un detective privado de talla mundial quien fue contratado por alguien que se mantiene en el anonimato para ser parte de la investigación. Es así como se ponen en marcha las pesquisas, las cuales, de tratar con un simple suicidio, pasan a convertirse en algo mucho más escabroso en donde nadie es lo que aparenta y todos son sospechosos.
Gozando del apoyo de un elenco estelar compuesto por Jamie Lee Curtis, Daniel Craig, Toni Collette y Chris Evans, entre otros grandes nombres, Johnson nos trae una obra de arte cinematográfico. El guión, las actuaciones, la fotografía, la banda sonora, el diseño de producción, todos los componentes que hacen esta película fueron cuidados y pulidos al máximo, ofreciéndonos una experiencia visualmente hermosa al mismo tiempo que somos partícipes de una historia digna de la mismísima Agatha Christie (de quien, sin duda alguna, Johnson tomó inspiración). El genial balance entre el misterio y el humor negro del guión saca a relucir lo mejor del carisma de cada uno de los actores, quienes explotan sus dotes histriónicos con una armonía pocas veces vista cuando trabajan juntas tantas luminarias; ellos dotan de una vibrante e inusitada vitalidad a tan sombría premisa y acentúan el trepidante ritmo de la trama, la cual rebosa con referencias a las historias clásicas de detectives (incluso se pueden encontrar, y se agradecen, autoreferencias en la misma película) pero las infunde con nuevos bríos para abrirse paso en el siglo XXI con la misma frescura con que el siglo XIX vio nacer a Sherlock Holmes, o el siglo XX a Hercule Poirot.
Resulta difícil encontrar puntos débiles en la producción ya que todo fue construido con tal esmero que no es posible hacer más que rendirse ante la maestría que se explaya a través del proyector. “Entre navajas y secretos” mantendrá a cualquiera al filo del asiento, inmerso en la historia, de principio a fin, eso es lo que se logra cuando se le da rienda suelta a la creatividad y a la reinvención, cuando se deposita la confianza en el arte y el amor que muchos realizadores enarbolan como estandarte a la hora de hacer buen cine y, más que eso, cine para todos.