
Por Aledith Coulddy
Te contaré una historia, Darcy Ann. Es una historia que me sucedió a mí.
Sólo ten en cuenta, Darcy, que una vez puesto el punto final, habrás de tomar la decisión de huir o quedarte conmigo para el resto de tu vida.
Es una historia que se suscitó hace sesenta años, cuando apenas había comenzado mi empleo como recolector de almas. El viejo Luciano me ordenó la tarea y yo no podía hacer más que obedecer. Un alma por día, cada día, por cien años y entonces, libertad para hacer lo que me viniera en gana. Pensé por mucho en dedicarme a continuar recolectando después de cumplidos mis cien años, pero me atraía el campo de la conversión. Verás, sé que no es el fin del relato, pero los conversores susurran a los oídos de humanos vulnerables los más hostiles escenarios. Intrigas y celos. Paranoia y ambición. Después de algunos meses los tenemos venerando a Luciano.
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