Por S. Bobenstein
Si hay algo por lo que vale la pena el inicio de un nuevo año y que puede hacer más llevadera la “cuesta de enero”, eso es la temporada de premios hollywoodenses. Para los fanáticos y los que hacen su vida en el séptimo arte, las fechas de las entregas de los “Globos de Oro”, los “SAGs” y los “Oscar” son prácticamente días sagrados; si bien es cierto que se le da mucha importancia al glamour y a las frivolidades del mundo de la farándula, es la apreciación de la excelencia en el desarrollo de las ciencias y las artes cinematográficas lo medular en estas ceremonias y, aunque estos premios no son precisamente los más prestigiosos o fidedignos en la industria, sí son los que tienen mayor impacto en las carreras y el éxito de todos los galardonados, ya que tienen una influencia sin parangón a nivel mundial. Además, ¿por qué no reconocerlo?, siempre es divertido ver las faramallas que suceden durante las entregas y los escándalos que pudieran ocurrir (seguro que los responsables de La La Land aún siguen soñando con ese error…).
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